Tiroiditis (inflamación de la tiroides)
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La tiroiditis de Hashimoto es una enfermedad autoinmune crónica que afecta a la glándula tiroides y puede ocurrir a cualquier edad (desde niños hasta personas de edad avanzada). La enfermedad es más común en las mujeres (alrededor de 1 de cada 8 mujeres se ve afectada), poco frecuente en los hombres, puede ser provocada por el embarazo, el parto, el aborto, la pubertad o la menopausia, el estrés y el consumo excesivo de yodo.
Causas y factores de riesgo
Sobre un fondo de predisposición genética pre-existente a la enfermedad, se transmite dentro de la familia, por lo general la hembra es la línea de trabajo de los factores mencionados anteriormente que determinan el incidente. Aparecen anticuerpos contra la glándula tiroides (ATPO, anti tiroglobulina), que causan la inflamación crónica poco a poco. Por lo tanto, la glándula tiroides no produce suficientes hormonas tiroideas (hormonas esenciales para la supervivencia), estableciendo el hipotiroidismo. La tiroiditis de Hashimoto y el hipertiroidismo pueden desarrollarse cuando un gran número de anticuerpos destruyen las células de la tiroides, liberando una gran masa de hormona tiroidea a la circulación de la sangre.
Diagnóstico y tratamiento
El Hipertiroidismo, si se produce, suele ser ligero y no requiere tratamiento, resolviendo en sí. Después si hay una recaída del hipertiroidismo tras un corto período eutiroideo (función normal de la tiroides) será instalado lo que es hipotiroidismo permanente.
El hipotiroidismo causado por última tiroides de Hashimoto es irreversible (no ha mejorado con el tiempo, generalmente es agravado por la destrucción progresiva de tiroides) y requiere terapia de reemplazo hormonal y monitoreo endocrino continuo (pruebas hormonales, ecografía de tiroides). Por lo general, los signos de la enfermedad no aparecen, es un descubrimiento accidental, durante un examen médico por otra enfermedad o un ultrasonido. La enfermedad se encuentra comúnmente en fase eutiroidea cuando la función de la tiroides es todavía normal, aunque los anticuerpos están presentes en la sangre. Si la enfermedad se descubre en la fase hipotiroidea, los signos pueden ser variables en número e intensidad en función de la gravedad de la deficiencia de la hormona: fatiga, intolerancia al ejercicio, somnolencia, una tendencia al engorde, mala memoria y la concentración, labilidad emocional, el edema (hinchazón ) de los párpados, las manos y los pies, la retención excesiva de agua en el cuerpo, intolerancia al frío, disminución de la frecuencia cardíaca (bradicardia), variable de apetito, náuseas, dolor abdominal, trastornos menstruales, alteraciones dinámicas sexuales, e impotencia.
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