Fiebre tifoidea (infección de salmonella typhi)
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La fiebre tifoidea es una enfermedad infecciosa grave causada por una bacteria llamada Salmonella typhi. La fiebre tifoidea se contagia al ingerir las bacterias presentes en el agua o los alimentos. Las bacterias se encuentran en las heces y en la orina de personas infectadas.
Síntoma predominante de la enfermedad es la fiebre alta (39-40 grados) que se mantiene durante toda la enfermedad. Otros síntomas incluyen: diarrea, pérdida de apetito, fatiga, dolor de cabeza, dolores en el cuerpo, letargo, erupción en el abdomen.
Causas y factores de riesgo
Por lo tanto, el agua puede estar contaminada por la descarga de desechos de aguas residuales, y los alimentos pueden contaminarse si se tocan por personas infectadas que no se lavan las manos después de ir al baño. Las bacterias pueden sobrevivir varias semanas en agua o residuos secos. Algunas personas infectadas no muestran síntomas de la enfermedad, pero siguen siendo portadores del virus, lo que las hace posibles fuentes de la infección. Después de que se ingieren, las bacterias llegan al intestino delgado y al torrente sanguíneo. Aquí son ingeridas por los fagocitos, células del sistema inmunológico que capturan y destruyen microorganismos nocivos. Pero la Salmonella typhi sobrevive en el interior de los fagocitos, donde se multiplica. Después de 10-14 días de la infección, las bacterias se multiplican y se pierden muchos fagocitos en la sangre, causando síntomas.
Las bacterias pasan de la sangre a los órganos internos como el hígado, la vesícula biliar, el bazo, la médula ósea, el tejido linfoide del intestino, causando su inflamación. Para causar sangrado intestinal, enfermedad o perforación intestinal. El contenido intestinal se fuga de la pared intestinal a la cavidad abdominal. Esta fuga causa la irritación e inflamación del peritoneo, causando peritonitis, una condición que puede ser fatal.
Diagnóstico y tratamiento
El diagnóstico puede hacerse con base en los síntomas clínicos. Para las pruebas se toman muestras obtenidas a partir de cultivos de sangre, orina, heces o la médula ósea del paciente.
La fiebre tifoidea es tratada con antibióticos como el cloranfenicol, la ampicilina o la ciprofloxacina. Los antibióticos más utilizados son la ampicilina y la amoxicilina. La mayoría de los pacientes que se someten a la terapia se recuperan sin problemas. Existe una vacuna contra la fiebre tifoidea, pero no se recomienda, a menos que las personas viajen a países subdesarrollados donde pueden estar expuestos a la enfermedad.
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