Enfermedad de Ménière
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Descripción
La Enfermedad de Meniere es un trastorno del oído interno que puede afectar la audición y el equilibrio en un grado variable. Se caracteriza por episodios de vértigo, tinnitus de tono bajo, y la pérdida auditiva. La pérdida de audición tiene una naturaleza fluctuante y luego permanente, lo que significa que va y viene, alternando entre los oídos algún tiempo, y luego convirtiéndose en permanente, sin retorno a la función normal.
Es un síndrome en el cual una persona experimenta episodios de vértigo, mareo, pérdida de audición y tinnitus (zumbido en el oído). Estos ataques son impredecibles en una persona que por lo general no tiene problemas o síntomas de la enfermedad. Los síntomas más comunes son: pérdida auditiva fluctuante con la distorsión de los sonidos y la dificultad con la discriminación del habla, zumbidos en el oído afectado (tinnitus), el sentido de la habitación da vueltas (vértigo), un sudor frío, náuseas y vómitos, debilidad generalizada o durante el ataque. Los episodios son impredecibles y duran normalmente de 1 hora a varias horas, dependiendo de la gravedad de la enfermedad.
La condición afecta a las personas de manera diferente, y puede variar en intensidad de ser una molestia leve a una discapacidad crónica y de por vida. La enfermedad de Ménière puede causar mareo severo, un sonido rugiente en los oídos, pérdida de la audición que aparece y desaparece y la sensación de presión en el oído o dolor. Por lo general afecta sólo un oído. Es una causa común de pérdida de la audición.
Causas y factores de riesgo
Los científicos aún no saben la causa. Ellos piensan que tiene que ver con los niveles de líquido o la mezcla de fluidos en los canales del oído interno. Los síntomas aparecen repentinamente y pueden ocurrir tan a menudo como todos los días o tan raramente como una vez al año. Un ataque puede ser una combinación de fuertes mareos o vértigo, tinnitus y pérdida de audición que dura varias horas.
Diagnóstico y tratamiento
El diagnóstico de la enfermedad suele basarse en una cuidadosa historia clínica y un examen físico por un médico, pero otras pruebas pueden ser necesarias para un diagnóstico definitivo y planificar las opciones de tratamiento.
No hay cura. Sin embargo, una persona puede ser capaz de controlar los síntomas mediante el cambio de la dieta o tomar el medicamento para que el cuerpo retenga menos líquido. Los casos severos pueden requerir cirugía.
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